viernes, 20 de septiembre de 2013

Una persona más libre

Siempre he creído que los padres somos sí o sí un modelo a imitar por nuestros hijos, tanto más cuanto más jóvenes son éstos, y por tanto tenemos una responsabilidad mayúscula en mantener una forma de vida que por imitación genere hábitos saludables y actitudes positivas en quienes dentro de unos años –menos de los que creemos- se convertirán por derecho propio en protagonistas de nuestra sociedad. El no a las adicciones, la templanza, el respeto por el otro y por el medioambiente, la tolerancia, el amor por el territorio y por la familia, la independencia, el librepensamiento… se pueden reforzar en la escuela, pero se aprenden en casa, con los padres, desde muy chicos.

Hace ya una buena docena de años redescubrí el placer del viaje en bicicleta, los largos desplazamientos donde solo están tus alforjas, tu bici, el mundo y tú; y en esas estaba cuando di el mismo salto que otros tantos ciclistas recreativos, y con más miedo que vergüenza comencé a usar aquella compañera de dos ruedas para ir y venir: el trabajo, los recados, el polideportivo, el ocio…. Hace cuatro años ya de esto, la bici ha pasado a formar parte del mobiliario del salón -la maldita pereza de meterla y sacarla del trastero varias veces al día- y se ha incorporado de pleno derecho en mi vida, y en las de aquellos que me rodean. No hace tanto de ello, pero ahora no me imagino mi vida sin ella (eldelabici lo explica muy bien en una entrada de su blog).

Enlazando con el aprendizaje por imitación del que hablaba al principio, los chavales –cuatro hay en la casa, ni uno menos- han ido queriendo emular algunas de las rarezas de papá (digo rarezas por comparación con el papá-standard). Aunque en el diario los horarios suelen ir demasiado apretados como para forzar el uso de la bici, sí se han acostumbrado a ella para las actividades del fin de semana: los entrenamientos y competiciones deportivas, la reunión con los chavales de la parroquia, o la visita a los abuelos, han ido creando oportunidades para, con un horario más relajado, ir saboreando el desplazamiento sobre las dos ruedas.

Lucas heredó el año pasado mi vieja bici, una BH que siempre me quedó pequeña y cuyo cuadro dijo basta después de catorce años y bastantes miles de kilómetros a cuestas. Tanto la quería yo, y tanto la deseaba él, que acabé por comprar un cuadro nuevo, y montar en el mismo todos los componentes de mi vieja amiga. El resultado fue una casi nueva bici, que para Lucas seguía siendo la que fue de su padre.

Y como es un chaval lanzado, le faltó tiempo para empezar a moverse con ella, primero acompañado y después ya solo, al polideportivo, las competiciones, las reuniones con sus amigos o los cumpleaños... Y este verano su primera gran aventura, su primer gran viaje con alforjas, su gran sueño desde que con cuatro o cinco años me preguntaba cuándo podría acompañarme.

Este comienzo de curso ha sido su puesta de largo. Ha comenzado 3° de Secundaria, entra al colegio a las 8:00, una hora antes que sus hermanos, y ya no va con ellos y con su madre en el coche (cinco personas y una montonera de mochilas). La opción era simple: metro o bici. Y él lo tenía muy claro.

La madrugada del pasado jueves me resultó emotiva; era su primer día de clase, y casualmente teníamos que levantarnos a la misma hora. Desayunamos juntos, y vi con cierto orgullo cómo se preparaba para marchar. Coincidía nuestra hora de salida, así que cogimos las bicis, y rodamos por el parque, todavía de noche, los dos primeros kilómetros. En una glorieta le di una palmada, le desee suerte en ese su primer día, y cada uno tomó su dirección; yo a mi trabajo, él a sus clases.

Le vi marchar contento, orgulloso, sabiéndose un poco diferente, seguramente un poco mayor. Y puede parecer una exageración relacionar un modo de transporte con la educación de un chaval, pero cuando esa madrugada me despedí de él y le vi partir en su bici camino del cole tuve la secreta sensación de que de alguna manera sería un ciudadano más independiente y una persona más libre.

6 comentarios:

  1. Te inauguro el blog, me a gustado Luis.

    Un Saludo

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    1. Hi, Víctor. Quién nos iba a decir cuando nos conocimos este verano que acabarías "inaugurándome". Lástima no haber compartido más tiempo. Hoy mismo te envié tus fotos. Un abrazo

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  2. Bienvenido al mundo del blog con esa primera pedalada.
    Un abrazo.

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  3. Bienvenido al mundo de los blogs Luis.
    Por cierto, ¿el blog solo va a ser de cicloturismo o habrá algo más?
    Un abrazo

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  4. Pues no sé, Urboneti. A veces necesito escribir lo que se me pasa por la cabeza y no sabía muy bien qué hacer con ello; me pareció que sería divertido plasmarlo en un blog. No pretendo centrarme en nada concreto, y supongo que escribiré más sobre lo que es importante para mí: la bici, la montaña, mi trabajo o mi familia... Pero en cualquier caso lo hago para mí y no me debo a nadie, por lo que puede que se convierta en un ecléctico cajón de sastre. A ver cuando es la próxima charlinada

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